Laura, la de Petrarca

Por Juan Benito Rodríguez Manzanares

 

 

Abstract:

 

In this article, I want to address the concept of love that led Francesco Petrarca to love Laura de Noves, from the most absolute silence and anonymity, becoming the woman of his life, the woman of his dreams, without even having touched a finger, and how our poet could be embraced to that illusion that he kept alive in his head, even knowing that the woman he idealized so much, was married and that the opportunity to have in his arms the woman he loved was practically impossible.

 

 

Resumen documental:

 

Quiero abordar en este artículo, el concepto del amor que llevó a Francesco Petrarca a amar a Laura de Noves, desde el más absoluto silencio y anonimato, convirtiéndose en la mujer de su vida, en la mujer de sus sueños, sin ni siquiera haberle rozado un dedo, y de cómo nuestro poeta pudo estar abrazado a esa ilusión que mantenía viva en su cabeza, aun sabiendo que la mujer que tanto idealizaba, estaba casada y que la oportunidad de tener entre sus brazos a la mujer que amaba era prácticamente imposible.

 

 

Key words:

 

Platonic, Plato, Petrarch, love, disaffection, detachment, ideal, hope

 

 

Palabras clave:

 

Platónico, Platón, Petrarca, amor, desamor, desapego, ideal, esperanza

 

 

 

Intro

 

No son pocas las ocasiones en las que las personas, a falta de algo real y tangible a lo que podernos agarrar, para que lo agarrado forme parte de nuestras vidas, nos asimos con fuerza a algo que sabemos que no vamos a poder tener, algo que, de alguna manera sabemos que está fuera de nuestro alcance, pero aun así, nos complace enormemente aferrarnos a ello, a nuestra ilusión, a nuestras quimeras; pues entendemos que nos causa placer, nos gusta, nos reconforta o cualquier otro supuesto que nos alegre, eleve el alma o nos cause un estado de paz o de bienestar, que nos haga sentirnos bien con nosotros mismos.

El supuesto del amor, es el núcleo central de este artículo, exactamente del, «amor platónico», ese que sabemos que nunca vamos a gozar, que jamás vamos a alcanzar, pero que, de manera idealizada sí que estamos consiguiendo que sea nuestro. Esto mismo es lo que cuenta la historia que es lo que vivió en sus carnes, el gran poeta Francesco Petrarca (1304-1374) durante toda su vida.

De esta manera, hoy hablaremos de poesía, pero desde el punto de vista humano, pues no hemos de olvidar que un poeta es una persona que vive, siente, padece y por supuesto, se enamora.

 

 

Definición y descripción de lo que fue y de lo que es el amor platónico

 

Según el diccionario en línea de la RAE, al amor platónico lo define como:

 

Amor idealizado y sin relación sexual.

 

Pero la concepción y definición del amor platónico, no siempre fue como hoy se define por la RAE.

Para conocer el verdadero sentido de lo que en un principio se entendió como amor platónico, hemos de leer la obra El banquete de Platón (387 a. C.-347 a. C.) pues en ella, en boca de Sócrates (470 a. C.-399 a. C.) puso la explicación novelada de lo que en un futuro se conocería como amor platónico, aunque la verdad es que lo que en un principio se definió como amor platónico, dista bastante de lo que en la actualidad se entiende como tal.

Acabamos de leer más arriba cómo define la RAE el amor platónico, pero ahora vamos a leer un breve pasaje del libro El banquete, en el que se muestran algunas pinceladas de su definición-explicación:

 

A continuación, debe considerar más valiosa la belleza de las almas que la del cuerpo, de suerte que si alguien es virtuoso del alma, aunque tenga un escaso esplendor, séale suficiente para amarle, cuidarle, engendrar y buscar razonamientos tales que hagan mejores a los jóvenes, para que sea obligado, una vez más, a contemplar la belleza que reside en las normas de conducta y a reconocer que todo lo bello está emparentado consigo mismo, y considere de esta forma la belleza del cuerpo como algo insignificante.

 

(Según la traducción que se lea, el texto puede diferir algo del citado, pero la esencia es la misma).

 

En el párrafo mencionado, Platón pone en boca de Sócrates el razonamiento de lo que, a su parecer, es y debe ser el amor, y en él no sólo debemos buscar la belleza en el exterior o en disfrutar de unas placenteras relaciones sexuales; sino que debemos buscar el amor en la belleza que una persona tiene en el exterior, pero aún mucho más importante, en el interior. Como si pudiéramos acariciarle el alma, sus sentimientos, sus emociones… pues al fin y al cabo esto es lo que trascenderá en el tiempo y perdurará al deterioro inexorable de nuestro cuerpo, y con ello de nuestro aspecto exterior.

Como podemos razonar ante lo leído, el «amor platónico» originalmente se consideraba: amar lo bello de una persona; sobre todo el interior de esa persona, sin mantener relaciones sexuales, sin buscarlas, sin necesidad de ello.

En la actualidad esta expresión la entendemos como ese amor que anhelamos, con claras implicación de mantener relaciones sexuales, pero que nunca podremos llegar a disfrutar ellas, sea por el motivo que fuere.

 

 

De la juventud y la adultez

 

 

Cuando en nuestra vida llegamos a la alborada de nuestra juventud, cuando todo es nuevo y sentimos por primera vez un sentimiento tan especial como es el amor, es muy frecuente que nos encontremos con uno o varios amores platónicos, como lo pueden ser el vecino o vecina, el profesor o profesora o cualquier otra persona de nuestro entorno. Pero esta situación va puliéndose con el paso del tiempo, hasta que con el devenir de los años y alcanzar nuestra madurez, encontramos nuestro gran amor en esa persona que nos corresponde emocional y sexualmente con su amor y su cuerpo, al amor que nosotros le profesamos.

Pero en ocasiones hay amores platónicos que, por la edad, no se pueden encuadrar dentro de la juventud más temprana, sino en nuestra edad adulta más temprana e incluso directamente, en nuestra adultez y madurez. Estos son los que peor se olvidan, pues de alguna manera ya sabemos qué es el amor y qué podemos encontrar y esperar de él. Y, porque a causa de los años vividos, ya no nos queda demasiado tiempo para ese mencionado olvido, calando estos amores platónicos mucho más adentro de las personas.

 

 

Francesco Petrarca

 

Lo mencionado en el punto anterior, es exactamente lo que le ocurrió a uno de los más grandes e influyentes poetas de todas las épocas de la historia, Francesco Petrarca, el cual conoció a la que sería el amor de su vida ya en la adultez, aunque nuca gozó de ella.

Conozcamos un poco a este gran poeta y este gran hombre.

Al pronunciar este nombre, Francesco Petrarca, pocas personas serán las que no lo conozcan o, de alguna manera no hayan oído hablar de él. Incluso habrá algunas personas que rápidamente lo relacionen directamente con el soneto, aunque no fue su creador, pues la creación del soneto se le atribuye al poeta siciliano Giacomo da Lentini (1210-1260), pero sí fue quien lo popularizó de una manera extrema, tanto es así que, al hablar del soneto indisolublemente se debe hablar de Petrarca.

Francesco Petrarca Nace en Arezzo, una ciudad de la Toscana italiana, el 20 de julio de 1304, más por diversas vicisitudes, su familia debe abandonar su ciudad natal y ese devenir los conduce en 1312, cuando Petrarca contaba sólo ocho años, a Avignon, una ciudad de la Provenza francesa.

En el tiempo que habría de venir, se suceden algunas situaciones conflictivas con su padre, el cual llega a quemar los libros que Petrarca gratamente leía y estudiaba, especialmente los del filósofo Cicerón (106 a. C-43 a. C.), pues Petrarca era un amante declarado de la literatura clásica latina. Además, también se interesó y estudió la lírica trovadoresca, y se entregó a otros estudios no relacionados con las artes escritas como el Derecho.

Con veintitrés años, el 6 de abril de 1327, exactamente siendo Viernes Santo, el joven Francesco Petrarca ve por primera vez a Laura de Noves (1310-1348) en la iglesia de Santa Clara en Avignon, ciudad donde finalmente fallecería a causa de una pandemia de peste negra.

En este punto es preciso comentar que Petrarca era cristiano y católico y, además, se sentía muy cercano a la iglesia como institución, pues tras la muerte de su padre Ser Petracco (1267-1326), nacido Pietro di Parenzo di Garzo, hizo votos eclesiásticos menores, es por ello que frecuentaba habitualmente la iglesia.

 

 

Laura de Noves o de Sade

 

Laura de Noves es llamada así porque se estima que pudo nacer en Noves, aunque también se baraja la posibilidad de que pudiera nacer en Avignon donde la conoció Petrarca, aunque no se tiene la certeza de su nacimiento en ninguna de ambas ciudades, ya que se conoce bien poco de esta mujer que, ha pasado a la historia tan sólo por ser el amor platónico de Petrarca, pues realmente, además de saber que se casó con el marqués Hugo de Sade, descendiente del famoso, controvertido y original Marqués de Sade, Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814), pocas más referencias se tienen de ella. Cabe apuntar que Laura tras su matrimonio con Hugo de Sade, también fue conocida como Laura de Sade, adaptando el apellido del marido.

Ahora bien, es imprescindible comentar que una gran parte, por no decir todo lo que se sabe sobre Laura de Noves, es gracias a los exaltados y enamorados sonetos que le compuso su amante en la sombra, tanto en vida de esta como después de su fallecimiento, pues Petrarca la amó y horró tanto en vida como después de la misma y, hasta el final de sus días, guardando su amor para sí mismo.

No se conoce ninguna noticia de que en ningún momento Petrarca tuviera intención de interponerse entre el matrimonio de Hugo y Laura.

 

 

El amor platónico de Petrarca

 

Hugo de Sade y Laura de Noves, ante los enamorados ojos de Petrarca y, seguramente algo envidiosos, formaron una familia numerosa. No se conoce ninguna noticia de que Laura en ningún momento le hubiera sido infiel a su esposo.

Lo que no pudo evitar Laura de Noves fue que Francesco Petrarca estuviera enamorado perdidamente de ella, pero esto no quiere decir que el poeta no tuviera relaciones sexuales con otras mujeres, pues es conocido que Petrarca tuvo dos hijos, Giovanni en 1337 y Francesca en 1343, aunque nunca se casó. Muy posiblemente porque se lo impidiera el amor que le profesaba a Laura de Noves.

Desde que Petrarca conoció a su amor platónico, le dedicó 263 sonetos en vida, y 103 sonetos tras el fallecimiento de esta, recordemos que Laura, como ya he comentado, falleció en 1348 y Petrarca en 1374.

Viajó por Francia, Países Bajos, Italia, Inglaterra y España, mas, en 1337, cuando Petrarca contaba con 33 años de edad, regresa y se afinca en Vaucluse, ciudad cercana a Avignon, donde compró una casa para estar cerca de su querida Laura y vivió hasta 1353.

En total fueron 366 sonetos dedicados a su amada Laura, los cuales recopiló en su poemario Cancionero, el cual es sin lugar a dudas, el más representativo de este emblemático poeta, y con el que popularizó sobremanera el soneto.

Este poemario está dividido en dos partes bien diferenciadas, la primera denominada «Rimas en vida de Madonna Laura» con los 263 sonetos que le compuso en vida. Y la segunda parte titulada, «Rimas tras la muerte de Madonna Laura» con los 103 sonetos que le compuso a Laura tras fallecer.

 

 

Dos sonetos para Laura

 

De este bello poemario, Cancionero, lleno de amor y pena, tomando cualquiera de los sonetos que lo componen, ya sea por el infierno de estar enamorado de una mujer que no pudo gozar, o por el fallecimiento de esta, para desgracia de nuestro poeta, quiero compartir dos de sus sonetos en los que muestra una enorme admiración y amor por Laura.

El primero de ellos, es de la primera parte de poemario, cuando Laura aún estaba viva. El soneto elegido se titula «Atrás me vuelvo a cada paso nuevo».

 

Atrás me vuelvo a cada paso nuevo

con cuerpo exhausto que la pena aploma,

y entonces hallo alivio en vuestro aroma,

suspiro «¡Ay, triste!» y el andar renuevo.

 

En cuanto dejo atrás después me embebo

y en la senda y el vivir que el paso toma,

y quieto, en tanto el cuerpo se desploma,

la vista hacia mis pies llorando muevo.

 

Y entonces dudo en llanto semejante:

¿cómo puede de su espíritu sagrado

la carne que hay en mí vivir lejana?

 

Pero responde Amor: «¿Ya has olvidado

que esta es prebenda del que es siempre amante,

libre de toda condición humana?».

 

En este soneto rebosa la pena y la tristeza en cada uno de sus versos, mas, quiero hacer hincapié en la última estrofa, donde el poeta habla con Laura, como si esta la estuviera escuchando. Es más, le formula una pregunta retórica de la que no espera respuesta, pero en la misma pregunta subyace una gran pena con la que nos muestra cómo se le está desgarrando el alma y el corazón, postrando su vida ante su amada.

Ahora como contrapartida, quiero compartir un soneto se la segunda parte del poemario, Cancionero, compuestos tras fallecer su amada Laura, en el cual se percibe que la pena está consumiendo a Petrarca. El soneto elegido se titula «Aunque, señor, mi pensamiento tira».

 

Aunque, señor, mi pensamiento tira

devoto a veros, como siempre os veo;

mi suerte (que peor no cabe, creo)

me vuelve el freno y de ello me retira.

 

Demás que aquel afán que Amor me inspira

me mata sin que sienta su deseo;

y, mientras mis dos luces ver deseo,

día y noche, dondequiera esté, suspira.

 

Piedad de vos, de dama amor sin doble

son las cadenas que a tenaz quillotro

me ligan, porque yo ligué conmigo.

 

Un laurel verde, una columna noble

quince años una, dieciocho el otro

llevo en el pecho, y ya no me desligo.

 

De este segundo soneto quiero destacar dos cosas relevantes.

La primera de ellas la encontramos en el tercer verso, donde dice que cree que no le cabe peor suerte. Evidentemente habla del hecho de que Dios le haya arrebatado a la mujer que más quería, pero también queda en el aire pensar que fue mala su suerte al amar a una mujer que sabía que nunca podría rodear con sus amorosos brazos.

La segunda cuestión que quiero resaltar se encuentra en el segundo cuarteto, donde suplica que quiere ver sus «dos luces», haciendo referencia expresa a sus ojos, a unos ojos que poco o nada se fijarían en él, mientras que nuestro poeta suspiraba por ellos… a unos ojos que, aunque fuera en la distancia, ya nunca jamás volvería a ver.

 

 

Cancionero y otros libros

 

La obra máxima de Francesco Petrarca, dedicada a su amor platónico, Laura de Noves, no fue publicada en vida del poeta sino en 1470 por el editor Wendelin von Speyer, latinizado Wendelinus de Spira (1430-1478) noventa y seis años después de que Petrarca falleciera.

Además de este cancionero al que se ha dado en denominar «Cancionero Petrarquista», nuestro poeta compuso el poemario Los triunfos, en el cual exalta la elevación humana hacia Dios, dada su cultura religiosa que trabajó durante toda su vida, y siempre poniendo en valor todos los aspectos sentimentales de las personas, además de los puramente sensoriales, mas, aun a pesar de ello, no puede dejar de incluir también en este poemario a una Laura sumamente idealizada en su yo más interno e íntimo.

El poemario Los triunfos está dividido en seis triunfos, correspondientes a los triunfos del amor, castidad, muerte, fama, tiempo y divinidad, como podemos comprobar, algunos de ellos muy terrenales, mientras que otros son sumamente espirituales y etéreos.

Este poemario, Los triunfos, no está compuesto con sonetos, sino con tercetos encadenados, llamados también tercetos dantescos, pues es la estrofa en la que está compuesta la Divina Comedia del poeta florentino Dante Alighieri (1265-1321). Ambas obras de Petrarca son tan diferentes, que se diría que no fueron escritas por la misma persona.

Aquí comparto un fragmento del triunfo de la muerte:

 

Cuántos ya en la edad madura y sagrada

triunfos adornaron la gloriosa colina.

Cuántos prisioneros pasaron el sagrado camino

 

bajo el monarca; que en su tiempo quiso

hacer que el mundo describiera el universo:

que el nombre de grandeza a otras colinas.

 

Comprobaremos que los versos no riman como lo hacen los tercetos encadenados, esto es así al ser una traducción al español de una traducción al italiano que realizaron del original Bernardo Lapini de Montalcino o de Siena (1730-1474), más conocido como Bernardo Illicino y Antonio Obregón, donde comprobamos que sí mantiene la rima de los tercetos encadenados.

 

Quanti gia nella eta matura e sacra

Triumphi ornarono il glorioso colle.

Quanti prigion passar per la via sacra

 

Sotto il monarcha; che al suo tempo volle

Fare il mondo descriuere universo:

Che il nome di grandeza aglialtri colle.

 

 

Segunda versión de Laura

 

Hay una segunda teoría no tan romántica ni tan elevada en espíritu y grandeza moral, que apunta a que Laura de Noves, no fue el amor platónico de Francesco Petrarca, es más, apunta a que ni siquiera se conocieron Petrarca y Laura de Noves, sino que Laura tan sólo fue un recurso estilístico de Petrarca y así poder apoyarse en él para componer todos los sonetos de amor que compuso dedicados a esta enigmática mujer, que tan sólo por el azar y la coincidencia de vivir en el mismo lugar o muy cercanos el uno del otro, favoreció esta leyendo de que Laura de Noves fuera el amor platónico de Petrarca.

Si esto fuera así, igual incluso sería mucho peor, pues le habría dedicado cientos de sonetos y otros poemas a una ilusión que sólo vivía en su mente, a una sombra de su imaginación. Y el hecho de no haberse casado, no tendría nada que ver con su «amada» Laura de Noves, sino simplemente a que no encontrara la mujer adecuada, pues realmente no se sabe con certeza si sus dos hijos son de la misma mujer o des dos mujeres diferentes.

 

 

Conclusión

 

Como apunte personal, creo que no puede haber nada más triste que amar a una persona y que esta no te corresponda con su amor, como es muy posible que fuera el caso de Petrarca. Seguramente Laura ni siquiera sabría que tenía un enamorado en la sombra que se desvivía por ella en cada minuto de su vida.

Cada uno en nuestras vidas estamos atados a unas cadenas, aunque no las podamos ver y, aunque estas puedan llegar a ser muy bellas, pero a la vez, muy pesadas.

Si realmente ese amor platónico existió y Petrarca estuvo toda su vida amando a un ideal que no pudo nunca conseguir, casi podría calificar como de tragedia, la vida personal de este magnífico poeta, a pesar de su indudable éxito y trascendencia dentro del mundo de la poética mundial.

No creo que, si realmente no hubiera existido su idealizada Laura en realidad, un poeta pudiera componer más de trescientos poemas con un mismo tema, pues su inspiración puede llegar a tener un límite, pero la realidad diaria de verla cerca pero lejos de él, sería como una espina que se le clavaría cada día un poco más hondo en su maltrecho corazón.

 

 

 

Bibliografía

 

Webs

 

Internet Archive

https://archive.org

 

Wikipedia

https://es.wikipedia.org

 

Dialektika – Filosofía, cultura y sociedad.

https://dialektika.org

 

 

Libros

 

Cancionero

Francesco Petrarca. Vindelino da Spira. Venecia, Italia. 1470.

 

Los triunfos

Francesco Petrarca. Cátedra. España. 2003

 

 

Artículos

 

Amor carnal, amor platónico en el Banquete

María Angélica Fierro. Universidad de Buenos Aires, Argentina. 2019

 

Gloria, pasión y muerte del soneto

Carlo Fabretti. Jot Down. 2020

 

Petrarca, el amanecer de la literatura renacentista

Abel G. M. Nacional Geografic. 2023

 

Petrarca, el padre del humanismo

Naty Sánchez Ortega. Academia de arte.

 

Francesco Petrarca, mucho más que un gran poeta

Antonio Chazarra. Entreletras. 2020

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