Reto 46: lucha
Los retos personales representan una importante fuente de valores y nos impulsan a llevar a cabo increíbles hazañas como por ejemplo la conquista de las 14 montañas más altas del planeta, la consecución de 100 “ironman” seguidos o dar la vuelta al mundo corriendo. Nos obligan a salir fuera de nuestra zona de control y ejercen un efecto transformador superlativo capaz de mostrarnos nuestros límites, nuestra capacidad de resiliencia. Tras su cumplimiento suele cambiar nuestra visión del mundo y aparece un nuevo “yo” más fuerte que relativiza extraordinariamente muchos de los antiguos problemas, antes percibidos como insalvables.
En el 2016 emprendí el reto de conseguir acabar 46 carreras mountain bike en un año, una por cada aniversario y removió todo mi interior poniéndome a prueba en varias ocasiones. La ilusión y las enormes dificultades se debatían entre la necesidad de acabar esta osadía. Finalmente, solo había que superar un último obstáculo: yo mismo.
PALABRAS CLAVE: Reto, desafío, disciplina, resiliencia, superación, lucha, Reto 46
Delimitación conceptual y características de los retos.
¿Alguna vez te has planteado lograr un gran propósito? ¿O simplemente te da pereza emprender una aventura que te ponga al límite, que te saque fuera de lo conocido?
Saint Exupéry decía que “El hombre se descubre cuando se mide ante un obstáculo”, y muchas veces es así. Cuando las cosas se ponen feas, cuando “pintan bastos” sale nuestra mejor versión, nuestra verdadera personalidad. Incluso a nosotros mismos nos cuesta creer de lo que hemos sido capaces al echar la vista atrás. ¿Fui capaz de bajar por ahí?; ¿cómo pude soportar tantos días sin apenas comer, con lo glotón que soy yo?; ¿no entiendo cómo acabé la carrera con aquel dolor de rodilla? Inmersos en el cumplimiento de un gran desafío, somos capaces de hacer cosas increíbles, difíciles de imaginar transcurrido un tiempo.
Disciplina, autoexigencia, destreza, perseverancia, resiliencia…, pocas palabras contienen tantos valores como los retos. Su significado está relacionado con la superación de una dificultad grande y conlleva un gran esfuerzo para su consecución. Generalmente no solo involucra a una persona sino a familiares, amigos o conocidos que puedan colaborar con el protagonista del propósito, es decir, al círculo más cercano de quien lo va a realizar. Otras veces participan patrocinadores que pretenden dar publicidad a una marca.
Los retos nos obligan a salir fuera de nuestra zona de control e introducirnos en un mundo desconocido donde van a surgir múltiples variables impredecibles que nos van a poner a prueba constantemente y deberemos improvisar y revisar nuestro plan inicial de actuación. Imagínate que llevas un año preparándote una maratón y un mes antes de su celebración aparece un dolor agudo en la rodilla. ¿Qué haces? ¿Vas al fisioterapeuta o al médico? ¿Y si cualquiera de los dos te dijera que no debes correr en esas condiciones? Después de todo el esfuerzo dedicado, ¿sigues sus recomendaciones o los ignoras y continúas corriendo con dolor? Ese imprevisto no estaba en tu guion y has de tomar una decisión rápidamente, ya que la prueba es imposible cambiarla de día. Por un lado, no quieres tirar por la borda el tiempo invertido, las horas de entrenamiento duro, a veces con frio y lluvia, el dinero gastado con un preparador obedeciendo sin rechistar sus indicaciones, la titánica fuerza de voluntad en la alimentación, con el sacrificio que te ha supuesto reprimir los deseos de darte algún capricho. Por otro lado, temes agravar la lesión y las posibles consecuencias a largo plazo por no parar a su debido tiempo.
Desafíos extremos a nivel mundial
La mayoría de retos suelen ir acompañados del factor temporal. A partir de esta variable se pueden clasificar en aquellos cuya preparación es corta, media o larga. Los largos requieren más recursos y suelen ir acompañados de un mayor desgaste emocional, por eso tendremos que estar dispuestos a un mayor sacrificio personal, y el riesgo a fracasar será mayor. Sin embargo, el logro significará una mayor satisfacción y autoestima, si sobrevives en el intento, ¡por supuesto!, ya que algunos de ellos son literalmente una temeridad, casi igual de peligroso que nadar entre cocodrilos. Muchas veces ni siquiera hay marcado un periodo de finalización. Lo importante es simplemente ser capaz de conseguir la meta en el tiempo necesario. En el año 1986 Reinhold Meissner fue el primero en conseguir ascender las 14 montañas más altas del planeta, todas ellas por encima de 8000 metros. Tardó 16 años, de 1970 a 1986. Seguramente al principio no pretendía subir las 14 montañas más altas, pero poco a poco fue cogiendo forma la idea sin marcarse un plazo.
Alan Cumming decía: “De vez en cuando es bueno ponerse a prueba así mismo de una manera realmente intimidante”. La conquista de las 14 montañas más altas del mundo de R. Meissner no sé si es “realmente intimidante” o aterrador. Lo que sí sé es que solo de pensarlo se me pone la piel de gallina y me hace pensar que hay ciertos logros próximos al milagro. Seguro que más de una vez estuvo cerca de perder la vida y aun así continuó adelante inmerso en un proyecto casi inalcanzable para ningún humano.
Otra variable relevante es la complejidad y la envergadura del objetivo, es decir, si ha habido alguien que ya lo ha hecho o, al menos, haya estado cerca de lo que uno pretende conseguir. Por ejemplo, no es igual el reto personal de ser capaz de acabar un “iron man” que el de hacer 100 “ironman” en 100 días, como el caso del famoso triatleta James Lawrence, con el sobrenombre de “iron cowboy”, un logro sobrehumano al cual nadie se ha acercado. De hecho, el récord más próximo de “ironman” seguidos fue de 50, marca que hizo el mismo triatleta. Esta es una de las barbaridades más gordas que jamás he oído y cuando imagino al atleta canadiense completar los últimos kilómetros junto a sus seres queridos y cientos de admiradores alrededor se me empañan los ojos como a un niño. Tan solo acabar una única prueba te dejan los huesos y articulaciones desencajadas y necesitas un largo periodo para recuperarte por completo. Por mucha ayuda que haya tenido es algo épico, inconcebible. En el 2017, el youtuber Valentí Sanjuan, alias “el jabalí”, consiguió 10 “ironman” en 10 días y entonces ya me pareció increíble, sobrenatural. Como anécdota decir que lo hizo en conmemoración a su madre, recientemente fallecida, quien le dio fuerzas para acabar esta proeza desde algún lugar divino. Tal vez, si estuviera viva, no le habría hecho mucha gracia ver a su hijo completar algo tan extremo.
Motivaciones para ponerse a prueba
Los motivos para embarcarse en un gran desafío pueden ser de los más peregrino: para mitigar la tristeza de la pérdida de un ser querido, por una apuesta entre amigos, para dar publicidad a algo, por provocar un cambio drástico en tu rutinaria vida o, tal vez, por experimentar algo fuerte que dé sentido al día a día. En ocasiones hay razones existenciales, por una necesidad transformadora de una vida anodina carente de emociones. En el 2015 diagnosticaron de un cáncer de mama a Natacha López en plena preparación del maratón de Valencia. En el 2017 decidió, junto a su marido, emprender el “Reto 42Kancer” que consistía en correr 15 maratones en 365 días. Su principal propósito fue dar visibilidad a la lucha contra una de las enfermedades más devastadoras y ofrecer un punto de esperanza e ilusión a muchas mujeres que tras la noticia de padecer un cáncer se hunden en una profunda depresión y se abandonan a su suerte.
En el 2017, el ultrafondista Serge Girard consiguió el récord de dar la vuelta al mundo corriendo por cuatro continentes. Completó 26.234 kilómetros en 433 días y tres horas de carrera. Cuando le preguntaron cuál era la razón de tal hazaña contestó que para descubrir y conocer gente, por el simple hecho de tener la experiencia y visitar muchos países interesantes. Seguramente una experiencia así te transforma para siempre. Al ser testigo de diferentes culturas en sitios tan alejados del tuyo, cambia la percepción de muchos de tus anteriores valores como por ejemplo la amistad, la libertad, la solidaridad, la bondad, el respeto, entre otros. Quizás, el concepto de “problema” y el “dolor psicológico”, tal y como lo entendías antes, se dulcifica y comienzas a apreciar pequeñas cosas que tiempo atrás pasaban inadvertidas. Una de las preguntas que le hicieron en una entrevista fue: “¿cuál es tu consejo para las personas que quieren seguir tus pasos?”. Él contestó, cito, “Soñar, atreverse y finalmente hacer. Hazlo ahora para que no te arrepientas dentro de unos años de haberte perdido tus sueños”. Y pienso que es una gran verdad. Generalmente nos pensamos tanto nuestros actos, especialmente si se trata de un gran objetivo como este, que acabamos por no hacerlo. Es tan fácil que algo salga mal o surja un contratiempo grave, que decidimos no empezar. A veces solo es cuestión de dar los primeros pasos y dejarse llevar. ¡Que el destino “de la cara”!
“Reto 46: Lucha”, vivencia personal de superación
En el año 2016 decidí hacer 46 carreras de bicicleta todo terreno (BTT) en un año, una por cada aniversario. Cuando la gente me preguntaba por las razones me quedaba mudo. Desconocía la respuesta. Medio en broma medio en serio yo digo que ese día debía estar con los pies en alto y muy ocioso o sentía un profundo vacío existencial y me planteé hacer algo grande, algo para no olvidar. Y en ese sentido sí que se cumplieron mis expectativas; viví experiencias muy fuertes que perdurarán siempre en mi recuerdo. Podía haber visitado 46 balnearios o haber dormido en los 46 mejores paradores nacionales. Pero entonces no hubiera sido un verdadero reto porque… ¿qué es un reto sin sufrimiento, sin serias dificultades?
Yo procedo del mundo del voleibol, una afición que practiqué muchos años. Se caracteriza por ser un deporte en un espacio cerrado, rodeado de paredes o gradas, con desplazamientos cortos en un medio estable, justo lo contrario de la bici de montaña. Y eso es uno de los aspectos que más me cautivo. Después de tantos años saltando y golpeando a la pelota violentamente, solo quería recuperar el tiempo perdido y por eso me planteé ese número exagerado de carreras. Tenía hambre de montaña y de competición y ese binomio lo poseía la mountain bike, una nueva afición emergente que me golpeó con fuerza. Un ciclista medio corre entre 15 y 20 marchas al año. Yo completé más del doble. Ha sido el año más intenso de mi vida. Al acabarlo sentí haber vivido tres años en uno. Así lo veo ahora. Un año repleto de historias duras y divertidas, de conocer lugares preciosos, de pleno contacto con la naturaleza, de superar límites personales inimaginables, de conocer a gente increíble, de saber quién soy y cómo reacciono ante determinadas circunstancias adversas y también, como no, de luchar decenas de veces contra los contratiempos surgidos.
En relación a la bici de montaña comencé en el 2003 al realizar unas cuantas etapas del Camino de Santiago desde Valencia con mi compañero de aventuras Miguel Ángel Salgueiro, una experiencia única que guardo en mi corazón. Muchos años después, en el 2014, encontré de forma fortuita a un vecino aficionado a las bicis en medio de la calle y me propuso participar en la carrera de Cirogrillos, en Santa Eulalia. Me resistí a participar por inseguridad, pero él insistió y me convenció. Me encantó la experiencia y supe que iba a repetir. Ese fue realmente el origen del Reto 46, aunque en ese momento yo lo desconocía. Poco a poco me fue fascinando la BTT de una manera obsesiva, intentando hacer bien las cosas y, también, cometiendo muchos errores. En ese mismo año me compré una Anthem de gama alta, un auténtico “avión” muy por encima del nivel de entonces, un competidor en pañales. La bici lo llevaba todo, solo le faltaba un botón de turbopropulsión para las subidas duras. Progresivamente me introduje en el absorbente mundo de la competición, muy ilusionado y con las ideas muy poco claras.
Con el tiempo he ido madurando la siguiente reflexión: ¿era realmente la montaña y la mountain bike lo que me gustaba o, en realidad, me atraía el poderoso influjo de la competición, la adrenalina, el riesgo? ¿Disfrutamos del proceso, de las experiencias vividas, o tan solo buscamos la superación en una experiencia apasionante y el reconocimiento de los demás?
Durante todo el año del Reto 46 me ocurrieron decenas de historias muy divertidas y algunas dramáticas. En 12 de las carreras me pasaron acontecimientos muy fuertes y todavía hoy no sé cómo fui capaz de seguir con el extravagante desafío. Lo importante es que no abandoné y eso me hizo más fuerte y me di cuenta de mi capacidad de resiliencia, de caerme y volver a recomponerme. Muchas veces tuve la tentación de tirar la toalla, pero mi determinación y, sobre todo, la ayuda de mi pareja (un ángel de la guarda) me animaron a continuar adelante. Sin ella, nada de todo esto habría sido posible, ¡de verdad! De hecho, representó una prueba de fuego para ambos que llegó a provocar situaciones límite nunca vividas entre los dos. La superación de esta aventura significó un símbolo de fortaleza, de saber atravesar juntos por caminos pedregosos llenos de obstáculos.
En cierta medida las crisis son buenas porque te obligan a reinventarte y adaptarte a las nuevas circunstancias de forma rápida, sin tiempo para lamentaciones. Como las serpientes, tenemos que deshacernos de nuestra antigua piel para afrontar las nuevas amenazas. No quiero decir que las personas busquen las crisis intencionadamente para crecer y evolucionar en circunstancias complejas. Aunque sí que recomiendo buscar situaciones que nos pongan contra las cuerdas para saber de qué pasta estamos hechos.
Cuando terminé esta lucha contrarreloj, cogí la bici y la tiré al trastero. No quería saber nada de carreras ni de competición durante una larga temporada. Anhelaba la tranquilidad, la lectura pausada en la cheslón, los paseos por la montaña y pasar tiempo con mi pareja y mis seres queridos. Al poco tiempo la gente me preguntaba con curiosidad que le explicase aquella historia tan intensa. Un par de meses después, estando en Denia con mi pareja en un piso de alquiler y de una forma muy imprevista, tuve el impulso de empezar a escribir sobre todo lo vivido aquel año. Después de cuatro años publiqué mi opera prima, RETO 46: LUCHA, un libro escrito con mucho cariño y desde el corazón. Acabar el libro fue otra verdadera odisea, un auténtico rompecabezas. Pero eso ya es otra historia.
“La única manera de crecer es desafiándote a ti mismo” (A. Tisdale)
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- BARBERÁ LAINEZ, V. Reto 46: lucha. Ed. NPQ. Valencia. 2016.
- REINHOLD MESSNER (6 de junio de 2022). En Wikipedia
- RUNNER’S WORLD (14 de junio de 2021): El reto de 100 ironman en 100 días del triatleta James Lawrence
- GARCÍA, ANA. Entrevista al hombre que batió el récord de vuelta al mundo corriendo.
RETO 46: LUCHA, de Vicente Barberá Lainez, cuenta la historia de un aficionado a las bicicletas de montaña que decide marcarse un reto que nadie ha logrado hasta ahora: hacer 46 carreras de bicicleta de montaña en un año, una por cada uno de los años que él tiene, es decir, 46.